A la derecha de la foto aparece Marta. Sonríe mucho-mucho, con labios recién pintados de un rojo muy discreto, como le gusta a ella. Luce su pelo negro y rizado (ahora alborotado por el viento), con esas canas que desde hace un año se niega a tapar porque son medallas que otorga la vida, el paso del tiempo. Lleva un jersey fino; como es de color blanco acentúa su moreno. Está muy-muy guapa.
A su izquierda, casi en el centro de la imagen, está Mónica en pleno ataque de risa, con ojillos achinados de felicidad. Luce una sonrisa maravillosa y, como el viento viene de espaldas, algunos mechones de pelo se le van a la cara. Tiene un rostro casi de señorita, como corresponde a sus trece años. Viste una sudadera universitaria de color naranja y un reloj digital que le gusta mucho. La instantánea le ha sorprendido con intención de llevarse la mano izquierda a la cara, quizá para reprimir (en ella tarea imposible) la risa.
Gamberras
María es la siguiente en aparecer, con la estatura que corresponde a sus nueve años. Luce sus gafas nuevas, de montura morada. Dice la oftalmóloga que es miope, pero os juro es capaz de ver el interior de las personas con una claridad que no he visto antes en niños de su edad. Imposta (es una gamberra) un beso de influencer. También intenta reprimir la risa.
Y a la izquierda de la foto, del selfie colectivo, estoy yo, con el pelo absolutamente alborotado. Llevo gafas de sol (a las que tengo mucho cariño porque me las regaló Marta) y una sudadera roja que también me encanta. Me la compré en Sintra una mañana de frío de hace unos años; empezó nublada pero terminó de forma estupenda. También río. Soy muy feliz.
Te describo la foto de familia que cada año pongo en el escritorio del ordenador de casa. Es la instantánea del verano. Hay imágenes que han salido mejor, pero me gusta ésta porque cada uno hemos posado, sin querer, tal como somos.
Detrás de nosotros está el mar, en un atardecer de verano que no quiero que se acabe nunca. Lo guardo en forma de foto porque no sé cómo coño puedo parar el tiempo.
Quizá el quererlo es una forma de conseguirlo.
(*) Post dedicado a Marta, que hoy se reincorpora al trabajo y es una guerrera.