Nunca he comprendido a los tipos que tienen miedo de que sus mujeres sean más fuertes o importantes que ellos. Nunca he comprendido a los tipos que quieren dominarlas. Y tampoco he podido imaginar qué incentivo tiene que alguien te diga siempre «lo que tú quieras, cariño» (cuando, lo peor de todo, es que te esté mandando a tomar por saco para sus adentros).
Siempre me acuerdo de la definición de Pío Baroja de las mujeres albatros, aquellas que sobrevuelan tempestades. Y siempre me acuerdo, también, de su reflexión posterior: volar con ellas es demostrar que tienes las alas fuertes.
Mi mujer, mis hijas, mis hermanas y la mayoría de mis amigas son (y mi madre también lo fue) mujeres albatros.
Volemos a su lado, entonces.
El otro día, unos queridos estudiantes analizaron el logo de la firma Chanel. Y, de forma inevitable, salió a escena la creadora de la marca, Coco Chanel. Verbalicé a la clase que hubiera estado genial conocerla. Qué persona tan inteligente debió de ser.
Nada más llegar a casa leí su biografía. Bueno, vale, hay episodios en su vida como mínimo oscuros. Nunca han sido corroborados del todo. Pero eso, como decía un novelista, es otra historia.
Os dejo el final del biopic Coco before Chanel, protagonizado por Audrey Tautou y dirigido por Anne Fontaine. El juego simbólico de los espejos es fascinante.
Me gusta muchísimo la actriz Audrey Tautou, es misteriosa.
Sí, es misteriosa. Pero también da «buen rollo». Es muy buena actriz.