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Mi mejor amigo

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Puedo decir muchas cosas buenas sobre mi padre. Pero la más importante es que era mi amigo. El mejor. Y ahora que se ha ido, siento el dolor y tengo la certeza de que nunca volveré a tener uno igual. Mi padre, como todas las personas, tenía una gran lista de defectos. Y alguno de ellos me desesperaba. Pero también tenía muchas virtudes. La mayor de todas es que no odiaba a nadie ni tenía rencor. Sin saber del todo cómo tratar a los niños, tenía con ellos un gancho especial. Ellos sabían que él era su cómplice. Era, como se suele decir, una persona de buen corazón. Algunos conocéis su historia: quedó huérfano de madre a los 3 años, su padre le puso a trabajar con 9, y a los 14 ya estaba trabajando de fogonero en la RENFE. Tenía un talento innato para dibujar y se leyó todos los Episodios Nacionales. Pero no pudo más que tener la educación básica. Siempre que le pedí ayuda estuvo allí. Tuve la inmensa suerte de salir mucho con él cuando aún podía caminar con cierta soltura. Quedábamos cada 15 días, nos íbamos a un museo y luego a comer. Nos lo pasábamos muy bien hablando. Papá, muchas gracias por quererme y por ser mi amigo. Perdóname si ha habido ocasiones en las que no he estado a la altura. Te quiero mucho-mucho. Recuérdalo para toda la Eternidad. PD: Dale un beso a mamá de nuestra parte si la ves por allí. Dile que me acuerdo todos los días de ella, por cualquier tontería, por cualquier excusa. Contigo me va a pasar igual. Uno nunca olvida a las personas que quieres. Por favor, nunca te olvides de mí.

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