Anoche le volví a ver: un maravilloso zorro, de pelaje brillante, color canela. Un animal bellísimo. Y lo mejor, lo más alucinante de todo, es que ha ocurrido en el pueblo de Madrid donde vivo. La foto que ilustra este post es del encuentro de ayer.
Lo vi por primera vez la semana pasada, cerca de un stop, rondando un contenedor de basura. Ayer por la noche estaba unos metros más alejado, caminando por un murete que va a dar a una finca que, parece, este año está deshabitada.
Algunas personas estaban merodeando por la zona, un lugar apartado que sirve de pequeño parking improvisado a la salida del pueblo. Y el zorro estaba ahí, encima del murete, en silencio, mirando a los coches, dispuesto a fugarse. Hubo un momento en que me miró y, para mi sorpresa, no se asustó.
¿Os ha pasado alguna vez que habéis visto un animal cualquiera y habéis sentido simpatía, casi afecto por él? Eso es lo que me ha pasado a mí. Quién sabe: a lo mejor tengo alma de zorro.