Pensó el zorro:
Ándate con cuidado, lobo. Tú, invencible con tus mandíbulas, te crees tan seguro en la espesura. Ya vendrá la sequía que en el polvo te sepulte. Ándate con cuidado. Tú, que has destripado al cervatillo y al cochino y al cordero despistado. No te cazaremos nosotros, los otros animales del bosque. Pero te encontrarás a otro depredador; quizá más cruel, más inesperado.