No quiero que nadie se enfade con lo que voy a decir. En los últimos tiempos me he encontrado tantas veces con cierta situación que quiero escribir sobre ello, quizá para matar el fantasma.
Mirad, yo no tengo nada en contra de las autoediciones: me autoedité mi primera novela (Los días de San Claudio) sobre todo para regalársela a mis amigos y a algunos clientes que tenía por entonces, allá en mis años de consultor. Hoy subo a Amazon.com novelas que algunas editoriales me editaron y de las que he recuperado los derechos. También subo otros textos por los que no apostó ninguna editorial (ni falta que hace).
Los pongo a la venta a un precio simbólico (antes los daba gratis). Y quien tenga interés en leerlos de verdad paga un par de euros (que no me hacen rico, puesto que buena parte se lo lleva la plataforma) y todos tan contentos.
Por lo tanto, digo, no tengo nada contra de las autoediciones. Pero sí sobre una fórmula por desgracia popular en nuestros días. Es esa que algunos llaman finamente crowdfunding aplicada a la edición. Ya sabéis de qué os hablo: un editor acepta publicar el libro de alguien sólo si éste busca mecenas (compradores) que aporten parte del costo de la edición mediante el previo pago de un ejemplar o de los que hagan falta.
De tal forma que un amigo o conocido viene y te dice: «Oye, me van a publicar mi libro». Y tú exclamas: «¡Coño, enhorabuena, qué buena noticia!». Y es entonces cuando tu amigo o conocido te espeta: «Sí, pero necesito mecenas. Y uno puedes ser tú. ¿Quieres colaborar? ¿Me compras un ejemplar? Fíjate, te vas a hacer uno de mis mecenas».
Yo comprendo el papelón de los editores: no están las cosas como para hacer saltos mortales sin red. Y comprendo el papelón de los autores a los que les ofrecen esta fórmula. Pero, caramba, hay un chantaje emocional implícito: «Si no me compras el libro no me lo editan, y ya sabes cuánto he deseado tener esta oportunidad».
Es un compromiso. Un mal rollo. Más de un conocido me ha retirado el saludo por no querer comprar su libro.
Y me estoy quedando sin conocidos.
Las cosas s deben hacer porque un@ quiera y no sentirse en la obligación d tener q hacerlo.. Si alguien t retira su amistad por no hacer lo q quiere es q realmente no es tu amig@ y por ende mejor para tu vida no tener al lado alguien así.. Abrazos d luz
Tienes toda la razón, amiga. Es tan sencillo que a veces se nos olvida, así que gracias por recordárnoslo. Abrazo recibido 🙂
Es una especie de trampa sentimental que no debería ocurrir, otra cosa es hacer promoción de tu libro y pedir que quien quiera lo compre. Saludos.
Totalmente de acuerdo, Francisco. La promoción es lícita; pero, ay, ese chantaje emocional… Un abrazo
☺☺
Hola, Juan Pedro. No te conocía, pero he leído tu entrada a través del blog de Chus, y no he podido evitar comentarte.
Me parece una situación muy triste a la que espero no tener que llegar nunca, y una actitud miserable por parte de las editoriales. Está claro que son empresas y como tales necesitan obtener beneficios, pero un autor novel también necesita una oportunidad sin arruinarse en el intento o perder a sus amigos en su defecto. Seguro que con los autores mediáticos esto no sucede, cuando en muchos de los casos los libros – si es que los escriben ellos – no son más que catarsis de sus vidas. Sin embargo, un autor no mediático, que quizá tiene talento, tiene que luchar contra viento y marea para que su obra vea la luz y no quede relegada en el olvido.
Y hablando de obligaciones y chantajes emocionales, creo que un autor, antes de elegir lectores beta para su obra y pedirles que la lean (a lo que no te puedes negar sin herir sus sentimientos), debería asegurarse de si realmente engloban su público potencial.
Un abrazo.
¡Hola! Gracias por tu comentario. Me voy a pasar ahora mismo por tu blog 🙂
Es tan complicado decir no a quien con toda la ilusión te lo ofrece, tan difícil no aceptar que una editorial esté maquillando el lanzamiento de tu libro para que tú le hagas el trabajo.
Gracias y un saludo
Pd: llegué a través de Chus
Hola, Margui. Tienes razón, es complicado. Gracias a ti por pasarte por aquí y un saludo.
Tienes toda la razón. Luego está el amigo que se ha autoeditado y que lleva en la mochila unos cuantos ejemplares. Amigos y conocidos se encuentran en la disyuntiva de comprarlo si no lo hicieron en la presentación. Sería conveniente que hubieran editoriales atrevidas pero eso es una especia extinta o en extinción.
Seguiré tu blog. Un saludo.
Gracias por tu comentario.ñ Como diría un gallego, editoriales atrevidas, «haberlas, haylas» 😉 Un saludo
Hola, llegué a ti a través de Chus. ¡Qué tema este que planteas! Creo siempre que cada uno elige qué leer y al autor que hay detrás, incluso «si es amigo/conocido/pariente/etc». Me ha pasado, pero no me he dado por enterada, sinceramente no he respondido, por el mismo motivo que planteas. Porque la que elige soy yo. ¡Saludos!
¡Y haces fenomenal, Poli! Un saludo y gracias por pasarte por aquí
🙂
Hola!
Enhorabuena, primero, por tener «piso propio». Yo estoy en ello con todos mis trabajos y tendré que hacer una buena mudanza de mis escritos en WordPress… A ver qué tal sale.
Con respecto al crowfonding, creo que realmente pasa esto con las editoriales porque los autores están cometiendo el error de base de no hacer un estudio de mercado antes de ponerse a vender sus libros a diestro y siniestro. Y digo esto porque si hicieran ese estudio se darían cuenta de que hay muchas editoriales pequeñitas que buscan a autores como ellos que se dirijan a un público concreto. Parece una tontería, pero hasta para el más mínimo ejercicio de venta hay que aplicar marketing tradicional. Además, no estarán haciendo el uso que corresponda de la plataforma: cuando lanzas lo que sea que vayas a lanzar tienes que darle «regalos» a esos mecenas, tienes que «vender bien» lo que vas a hacer para que se interesen y, sobre todo, tienes que tener la humildad de aceptar que quieran o no participar en ello, sean o no sean tus amigos. Porque esto también es algo que pasa en crowfounding: de repente te encuentras con que alguien totalmente desconocido se ha interesado por lo que vendes y se convierte en tu mecenas sin que lo hayas pedido, solo porque tu proyecto es bueno.
No estoy para nada en contra del crowfounding, sí lo estoy de que vayas a una editorial que no casa con tu escrito y te mande a hacer eso como dándote largas, y sí lo estoy con que lancemos cosas al mercado (sí «cosas») sin preguntarnos «¿para qué he hecho esto?» y sin estudiar a quién ayudamos o qué necesidad cubrimos. Lo que pasa con esto es que, al final, gente con talento pero sin conocimientos de mercado se desmotiva y acaba malgastando su vida… Eso me da mucha pena porque yo casi me veo en algo así.
Hale! A disfrutar de tu nuevo piso!
PS. Quién es Chus? 🙂
¡Hola, Isabel! Has presentado una perspectiva (la de aplicar la más sencilla visión del marketing) que no me había planteado. ¡Y tienes mucha razón! ¡Es que no hay que inventar la pólvora! ¿Cómo es eso de que casi te ves en algo así? Cuéntanos más, anda, por favor. También dinos cuando tengas todos tus textos colgados porque nos encantará leerlos.
Ah, Chus es un lector del blog, autor de otro (éste muy visible) que se llama El espacio de Chus. Tuvo la amabilidad de rebloguear mi entrada (cosa que le agradezco mucho).