Yo era uno de esos solitarios que, de vez en cuando, iba a la estación de tren. A menudo llevaba un libro, me sentaba en un banco y me ponía a leer. Cada poco levantaba la vista para observar el trasiego de personas, el ir y venir, las despedidas, los reencuentros.
Así, me di cuenta de que las personas mayores relativizan los adioses y las más jóvenes, por el contrario, les conceden una importancia que no tienen. En la estación me di cuenta de que, con una maleta en la mano y a punto de iniciar un viaje, las personas se muestran tal como son, de que los niños son valientes frente a los viajes y frente a los cambios, y de que las cafeterías de los lugares de paso siempre tratan de forma distante a los clientes.
En la estación de tren me di cuenta de que la gente mira con desconfianza a los solitarios, aunque sólo roben miradas, aunque sólo lleven como arma un libro de bolsillo.
Hace mucho, mucho tiempo que no voy a una estación de tren.
Precioso
Muchas gracias 😉
A ti!!!!!!
A mí me produce un sentimiento de tristezamelancolía(así,todo junto) la estación de tren.
Es verdad, por eso ya no he vuelto ir a pasear, ni siquiera a las más bonitas. Un abrazo, Paula.
¡Hermoso y nostálgico! Muy visual, casi como un corto, casi como estar ahí… Gracias <3
Muchas gracias a ti por leerlo 🙂