Salgo de la rotonda con el coche.
Me fijo, por el retrovisor, que el auto de detrás está conducido por una joven, que me frunce el ceño y me dice «que no, que no» con la cabeza.
Tomo la siguiente rotonda de película. Palabra. Mejor que cuando me enseñaron en la autoescuela. Qué lujo en el uso de los intermitentes, oigan. Qué limpieza de trazada.
Me vuelvo a dar cuenta, gracias al retrovisor, que la señorita de detrás sigue enfadada, sigue diciendo «que no, que no» y que, ahora, empieza a gritarme.
Parece hasta peligrosa. Joder.
Y ella, «que no, que no».
Semáforo en rojo. Apago la radio. Bajo la ventanilla. Agudizo el oído.
La señorita de atrás viene cantando a Alejandro Sanz.
Paula, seguro que tú no vas por ahí asustando a pobres y pacíficos conductores 😉
¡Buenísimo! Me ha quedado una imagen tan visual de la chica gritando-cantando! No puedo parar de reír mientras te escribo 😀 Gracias por este post! Un abrazo.
No veas qué susto me llevé. Madre mía… 😉
Jajajajajajaja buenísimo
😉
Me ha encantado la forma de relatar un hecho tan cotidiano, de manera natural y cómica. ¡Saludos!
Gracias, Beatriz. Menudo susto que me pegué 😉 Pásate por aquí cuando quieras pues es tu casa.
Nos leeremos en breve, sin duda. Muchas gracias.