Ayer mis hijas se adelantaron y me dieron por la tarde sus regalos del Día del Padre. Los hicieron ellas mismas y son maravillosos. Mónica reutilizó un sobre mediano de correos para elaborar un marco de papel, que adornó con palitos de colores y en el que puso dentro una foto suya. Sale guapísima, mirando de reojo a la cámara con media sonrisa. María me entregó un separalibros decorado por ella: con su manita esparció color azul y motas de color verde. Lo utilizaré en un libro muy especial que me estoy leyendo y para el que necesito muuuuuuuucha paciencia.
Os contaría muchas cosas de ser padre y de días así. Pero no voy a hacerlo. Voy a dejaros, mejor, una canción del Pedro Guerra: Quisiera saber. Cuando la escuché por primera vez me di cuenta de que Pedro había sido padre, pues contiene cierto tipo de preguntas, la sensación de ser pasajero en tránsito, la certeza de que todo va y viene y de que es más estable y, a su vez, paradógicamente, más frágil que nunca.
Os quiero, compañer@s.
Una bella entrada que los padres entendemos algo mejor. Personalmente me encantan estos regalos «low-cost».
¡Qué bonito! ¡Qué dulce y qué tierno! (por cierto, yo me experimento más libre si hago llegar el comentario pero muere ahí, en un espacio como el suyo sí, que hay que cuidarlo porque es herencia):-)(ubicari, es la palabra que me piden que escriba a modo de aprobado)