Al pobre gusano le asustaba sobremanera la muerte. Y más ahora, que comprendía que su fin estaba cerca. Para morir en paz construyó un lecho de seda. Adiós al mundo material: al sol, a los reflejos verdes, al rocío. Le entraba el sueño. Adiós; adiós a todo. ¿Existiría el más allá? ¿Sería verdad eso que dicen que los ángeles gusanos llevan alas? Quién lo sabía. Quién podía saberlo.
Imagen: George Shaw (1751-1813). Original de la Biblioteca Pública de Nueva York. Digitalizado por Rawpixel.
Muy, muy bueno.
Gracias, Eduardo.
Haces bonitos hasta a los gusanos.❤️ Gracias.
Tú siempre lees con cariño. Ese es el motivo. Gracias a ti por estar al otro lado. ¡Un abrazote!