Cuando me los encuentro de vez en cuando y me miran perdonándome la vida, me acuerdo cómo les vi aquel día desde el autobús.
Les vi cruzar un paso de cebra. Se ignoraban mutuamente. Él iba detrás de ella, sin poder seguir su paso. Si no se necesitasen tanto, yo diría que no se quieren. Juntos se creen algo: invencibles, superiores. Yonkis afectivos en pleno chute de metadona.