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Reflexiones de un conductor tardío

Conducir un automóvil es como guiarse por la vida:

–Hay que avanzar a la velocidad adecuada. Cada uno tiene su propio ritmo y lo importante es llegar
 
–Te sientes realmente bien es cuando llevas a alguien y eres útil. Si ese alguien es un niño, ni te cuento

–A veces, lo más bonito del viaje es eso: el hecho de viajar, simplemente

–Cuando la conducción se complica por cualquier circunstancia, lo mejor es apagar la radio, sentir el silencio y escucharse a sí mismo

–Es fantástico hablar con tu pareja cuando está a tu lado. A veces basta tan sólo con sentirla al lado

–Hay mucho frustado suelto que se cree importante por llevar un volante entre las manos. Generalmente, son los que agobian a los conductores novatos

–Es de inteligentes ignorar las ofensas

–Es de inteligentes respetar
 
–Hay tipos nobles con paciencia infinita

–El exceso de confianza puede provocar accidentes

–Hay que mirar en todas las direcciones. Y a corto, medio y largo plazo

–Hay que ponerse en la piel de los demás para comprender ciertos comportamientos en la conducción
 
–Hay que ser indulgente con los conductores mayores

–Hay que parar cuando uno está cansado

–Es necesario prestar auxilio a quien lo necesite

–Hay que olvidar los problemas cuando tomas un volante si no quieres tener un susto provocado por un descuido o falta de atención

–Hay que saber cuáles son nuestras virtudes y nuestras limitaciones

–Los baches, las curvas pronunciadas y los caminos mal asfaltados son parte del camino. Estas circunstancias adversas son temporales. Y, frente a ellas, tienes dos opciones: o las pasas o las pasas

–Es maravilloso llegar al destino sabiendo que no has hecho ninguna jugarreta a nadie

 

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