En pleno furor rojiblanco, esta tarde decidí enseñar a mis hijas mi colección de camisetas del Atleti. Total, cinco camisetillas de ná, de diferentes temporadas, a las que tengo mucho cariño porque responden a cinco etapas distintas de mi vida. «Ésta, hijas, es de tal año, y ésta de este otro…» explicaba a las niñas como si fuera un militar enseñando sus condecoraciones.
En esto pasa mi mujer, que se las queda mirando. Muy pensativa.
Repito, muy pensativa.
–Oye, Juan –me dice.
–Qué –respondo, casi solícito: no me lo podía creer ¡mi mujer se estaba interesando por mis camisetas del Atleti!
–Nada –continúa seria–, es que estoy pensando que qué voy a hacer yo con todas estas camisetas cuando tú te mueras…
–¿Quééééééé?
Lo jodido, amigos, es que me lo estaba diciendo absolutamente en serio.
–Pues mira, mi amor –le respondo con chufla–, quiero que me entierres con ellas.
–¿Y no quieres que tus hijas las hereden? No sé, para que tengan un recuerdo.
Me cago en la leche puta. Repito: mecago-enlaleche-puta.
–Oh, sí, claro, cariño. Por supuesto, oh, eso está claro, que las hereden.
Menos mal que no tengo ni tierras ni dinero. Menos mal que no soy Onasis. Este delirio se lo perdono a Marta porque, siendo seguidora del Madrid, nos acompañó a las niñas y a mí el otro día en la celebración de Neptuno y estuvo como una campeona allí, en la plaza del dios del mar, desde las 18:00 hasta las 21:30. Por sus hijas y por mí. Escuchando cánticos, a veces en contra de su equipo. Lo que hizo el otro día Marta es de esas cosas que sólo haces por las personas que quieres. Y, mirad, qué queréis que os diga: después de doce años de matrimonio y dos hijas en común, después que nos haya pasado casi de todo, de todo lo bueno y de todo lo malo, pues a los cónyuges se les coge algo de cariño, ¿no? Aunque se planteen qué van a hacer con tus camisetas cuando te mueras.
Y ahora, como me lo merezco, me voy a autodedicar a mí mismo el vídeo de cómo mi Atleti ha ganado la Liga.
Un, momento, un momento, una pregunta: ¿en la otra vida nos dejarán llevar camisetas? ¿Y rojiblancas?
Espero que sí, porque si no paso de morirme.
Os deseo una larguísima vida llena de felicidad, aunque sea de cosas pequeñas. Y sobre todo os deseo mucho humor y cariño, que, a fin de cuentas, es lo que nos queda y lo que, seguro, nos vamos a llevar, vayamos donde vayamos.
Jajajajajaaa,qué buenoo!!! Si te mueres antes que nosotros,si puedes vuelve un momentito a contarnos lo de las camisetas en el más allá,vale? Por si acaso… Besazo!
Hecho. Pero creo que eso va a ser dentro de muuuuucho tiempo. ¡Ojalá! ¡¡¡¡Un abrazo muy fuerte, Paula!!!! 😉
Buenísimoooo, yo soy como Marta del Madrid y la verdad es que el esfuerzo que hizo no tiene precio !! 🙂
Gracias, Raquel. Con eso nos tenemos que quedar. ¡Abrazos!