Yo aún era muy joven para comprenderlo. Aquella madrugada, delante de una cerveza, una amiga me confesó que había noches que, pudiendo dormir en la cama, se tumbaba en el sofá con la tele encendida. Así escuchaba voces y podía conciliar el sueño creyendo que no estaba sola.
Repito: yo aún era muy joven para comprenderlo.