Me lo dijo el otro día Antonio López del Moral: Ediciones Irreverentes, la editorial donde publicamos algunos de nuestros primeros textos, cumple diez años. Esta mañana, el fundador del grupo, Miguel Ángel de Rus, me ha enviado la foto que os muestro arriba. Me ha hecho muchísima ilusión.
La fotografía se tomó en 1999, dentro el Café del Espejo, justo al lado del Café Gijón. En la derecha de la imagen posa, con los brazos cruzados, Jordi Sabaté, periodista catalán afincado en Madrid, brillante y con carácter (por favor, Jordi, ¡da señales de vida!). Hace unos años entré en una biblioteca pública y me alegró sobremanera ver uno de sus libros en los anaqueles.
A su lado se sienta José Luis Cantalejo. Tras sus gafas esconde una mirada azul e inteligente. José Luis es un fantástico escritor de cuentos (ya no sé cuántos premios tiene) y aún sigue trabajando como Director de Comunicación Interna de Cajamadrid. La última vez que me le encontré fue a la salida del Vicente Calderón (él y yo somos socios del Atleti: sí, he de confesarlo aunque no suene muy intelectual) y me dijo que iba a ser padre por tercera vez.
El hombre de melena rubia del centro es Miguel Ángel de Rus, escritor, alma mater del grupo, visionario y responsable de la editorial. Tiene una mujer que, además de su mejor amiga, es su socia empresarial y dos hijas que son presente y futuro de felicidad.
Antonio López del Moral sigue trabajando en Televisión Española y sigue, por supuesto, escribiendo muy bien. El otro día, cuando me encontraba almorzando en un bar, vi en la televisón del local que él entrevistaba a Jaidy Mitchell. Por favor, Antonio, dinos qué secreta relación te une a ese pedazo de mujer. Necesitamos saberlo.
En la izquierda de la imagen estoy yo. Entonces llevaba el pelo corto, lucía algunos kilos menos y era consultor de comunicación en una conocida agencia de relaciones públicas. La publicación del libro colectivo Seres reales, seres imaginarios me sirvió para decir a clientes y compañeros de trabajo que escribía.
Ha pasado el tiempo y puedo asegurar que todos los que nos sentamos en aquella mesa del Café del Espejo somos muchísimo más felices. La editorial ha sobrevivido; nosotros también. De los cinco, el único que vive de las Letras, tras mucho luchar, es Miguel Ángel. Los demás seguimos escribiendo cuando podemos y, eso, el no perder los sueños y las ilusiones ya es todo un triunfo. Lo más importante es que como personas, creo, seguimos creciendo, seguimos acumulando historias, seguimos escribiendo la mejor de nuestras novelas que, a fin de cuentas, es nuestra propia vida. Seguimos disfrutando de personajes maravillosos, que son nuestras mujeres y nuestros hijos. A veces nos hemos encontrado con personajes malévolos y hemos tenido que sortear peligros. A veces, nuestros barcos han hecho venturosas escalas en Ítaca.