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Esperando a que llegara el verano
malgasté toda una primavera.
Y es cierto que el verano vino,
pero sólo me di cuenta de ello
cuando los días empezaron a ser más cortos
y el agua del mar empezó a estar más fresca.
Cuando cayeron las primeras hojas del otoño,
pasé tardes enteras buscando duendes
debajo de ellas.
Y, así, sin avisar, llegó el invierno.
Hace más frío y de vez en cuando nieva.
Me pongo enfermo, mi cuerpo se queja.
Pero, ¿sabéis una cosa?
Los días vuelven a ser más largos.