Hace tiempo conocí a una persona bastante corta de entendederas que creía que yo siempre firmaba con mi segundo apellido para darme importancia. Creo que alguna vez le expliqué el porqué lo hago aunque creo que él nunca logró comprenderlo: firmo siempre con mi segundo apellido como pequeño homenaje a mi madre y, a mí, orgulloso hijo de mecánico ferroviario y ama de casa, ni me importa ni me interesa darme una importancia que no tengo. Cuando llego a los sitios y preveo que estaré mucho tiempo allí, siempre digo, cuando toman nota de mis apellidos (como regla mnemotécnica): «Caña de pescar y bate de béisbol».
El caso es que, en mi caso, firmar con mi segundo apellido siempre me ha traído problemas. Por ejemplo: siempre lo escriben mal en certificados oficiales. Puedo entender que la gente dude si mi apellido se escribe con «b» o con «v» y que, incluso, se escriba Cabañete o Cabañate. Pero me han escrito, sin pudor alguno, Cañete, Cazabate… Bien, hoy he recibido un certificado en el que se escribe Cañalete. Hala, a lo grande.
Ya sé que esto no interesa a nadie, pero debía, necesitaba decirlo. Un abrazo a todos y que tengáis unos días de merecido descanso.
Juan Pedro Molina Cañabete,te digo una cosa,tienes unos apellidos preciosos y tampoco acierto a entender el porqué de tantos errores.Joder,ni que fueran apellidos rusos. En fin,hay pequeñas luchas que son eternas,porque eternamente habrá tontos. Jijijiji. Un abrazo!
Allá va un beso muy fuerte, Paula: ¡¡¡¡Muacks!!!
Jejejejeje