Estos días estoy hablando a los chicos de la importancia de la sencillez en el lenguaje (ojo, digo sencillez y no simplicidad) para expresar pensamientos claros e, incluso, emociones sinceras. A menudo, la hipocresía se engalana con gerundios, perífrasis, formalismos y muletillas. Y, por el contrario, casi siempre, la honestidad (intelectual y emocional) es cristalina, breve, certera y sin rodeos.
Hace mucho tiempo, una jefa que tuve me dio mi primera lección de Periodismo: «Los redactores debemos escribir en corto, para que nos entiendan mejor», decía. «Eso sí: es más difícil escribir en corto que en largo. Cuesta mucho más y la gente te lo reconoce mucho menos».
Casualmente, estos días me llega una música que me deleitó cuando yo era poco más que un crío. Es de OMD (quienes, por cierto, han vuelto) y la canción habla de sentimientos verdaderos que se desvelan poco a poco, de, textualmente, cogerse las manos, mirar al sol, andar sobre la arena de la playa.
Que la disfrutéis. Ah, y no os olvidéis ser felices.
Ser sencillo, que no simple, es un reto en nuestros días. Sencillo implica tener las ideas claras, pero la mayoría las tenemos simples.Que bueno es leerte…
Lo bueno es tenerte por aquí, David. Un fuerte abrazo.
Bonito texto. Tan sencillo como importante es lo que predica.
Bonito texto. Tan sencillo como importante es lo que predica.
¡Gracias, Pedro!
Estoy muy de acuerdo en lo que dices. Por eso algunos poemas calan tan hondo.
Qué bueno verte por aquí de nuevo, María. Gracias por tu comentario.