Me enteré ayer por la prensa de que el portaaviones Príncipe de Asturias (o R-11, como le llamábamos nosotros) va a ser desguazado. España no puede pagar su mantenimiento. Hubo un tiempo en que yo veía todos los días a ese gigante de acero. Fue en 1988, cuando me tocó hacer el servicio militar en la Base Naval de Rota.
Tranquilos, que no cunda el pánico: no voy a contar historias de la mili. Eso sí, diré una vez más que conservo amigos de aquella época, a quienes quiero muchísimo.
Extraños tiempos: lo que parecía invencible va al desguace, lo sutil permanece contra todo pronóstico en nuestra memoria, cambiamos y cambiamos de pensamiento sin cesar, y lo que hoy está arriba mañana estará abajo.
Tiempos en los que, como dice Zygmunt Bauman, «la incertidumbre es la única certeza».
¡Ay, amigo! No por nada el que recibía un triunfo era recordado de su humana condición. La palabra siempre es normalmente corta en su duración.
Buena entrada.
Es fantástico verte por aquí, amigo. Un abrazo enorme
Cuando escribas un post con historias de la mili va a ser lo másss….jajajaja
Jajajajaja. No me tientes, no me tientes… 😉