26 de junio, calor insoportable en la piscina de la comunidad de vecinos.
Mis dos hijas, dentro del agua, pasándoselo bien. Mónica (7 años), nadando ya a varios estilos, haciendo valer las clases de natación que ha recibido en la escuela municipal durante los meses de invierno. María (3 años), en el centro de la piscina, valiente, con un flotador hecho de corchos naranjas.
Una vecina (bastante maja y educada, por cierto), se acerca a María. Con intención de piropearla, le pregunta:
–Pero, bueno, María, qué bien nadas. Y con tres añitos. ¿Tú qué eres, un pez o una sirenita?
María la mira con una lógica que trasciende todas las cortesías y le responde:
–Una niña, soy una niña.
¡GRANDE!La señora se quedaría con la boca abierta. Más de uno y de dos críos me han soltado comentarios parecidos en la sala infantil de la biblioteca.
Llevo dos días escribiendo cosas (en mis espacios naranjas) sobre historias infantiles (o no tanto). Porque solo cuando somos pequeñ@s mantenemos esa visión sincera de la vida… hay que tratar de no perderla jamás y seguir siendo niñ@s así tengamos 100 años.Bien por María y bien por ese padre capaz de pescar, incluso en aguas piscineras, esas historias mínimas. Un besazo