Aunque de eso hace ya mucho tiempo, recuerdo que los profesores que dejaron más huella en mí no fueron los que compartieron más información o los que me me cedieron más conocimiento. Los profesores que dejaron más huella en mí fueron, sencillamente, aquellos que me hicieron sentir.
Sentir
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Coincido. Mucho les debemos a esos «educadores» que iban bastante más allá de meternos información en el disco duro.
Y es curioso: estos educadores no tenían nada de ego.
Un abrazo fuerte, Aurora, y gracias por pasarte de nuevo por aquí.