Pasado jueves. Mi mujer y yo, en la sala de espera de un hospital. De repente Marta se levanta y me quedo momentáneamente solo. Miro a mi derecha, cerca del mostrador. Y allí está: un hombre que también iba con su mujer, de unos 65 años, más o menos. Era alto, muy alto, espigado, seco, con la nariz ganchuda. El pelo algo largo y una preciosa barba blanca. Le reconozco. ¡Es Giuseppe, Giuseppe Verdi!
Me dieron ganas de levantarme, abrazarle y decirle Caro amico! Caro amico!
Eres tan dulce escribiendo…
Gracias, amiga 🙂