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Esa bandera tan familiar

Habíamos ido a ver las Cuevas de Altamira. Al llegar nos encontramos con una cola inmensa, así que nos pusimos a pacientemente a esperar. Con Mónica, mi hija mayor (7 años), jugué varias veces al Piedra, papel o tijera. También a un juego llamado Yo tengo una muñeca con el que mi hija se parte porque (como no podía ser de otra manera) empiezo a hacer el tonto cuando no me corresponde.

Al cabo de media hora, irremediablemente, se nos estaban acabando los juegos.

¡Mayday! ¡Mayday!

Miré a la derecha y allí estaba mi salvación momentánea: unas altísimas, magníficas e imponentes banderas.

En este momento tenía de la mano a mi hija pequeña, María (3 años). Le pregunté:

–María, ¿cuál es esa?

Mi hija pequeña respondió rápido:

–Ee:hpanya (traduzco: España).

–¿Y esa otra azul con estrellitas?

María no sabía.

–Hija, es la de la Unión… Sí, María, venga: es la de la Unión Euro… Venga, te doy una pista más: Unión Europe… Es la de la Unión Europea. ¿Te gusta, hija?

–Sí, Unió Eopea (traduzco: Sí, Unión Europea).

Al lado estaba la de Cantabria. Evidentemente, mi hija no sabía cuál era, pero por seguir el juego le pregunté cuál era. Ante mi asombro, a María se le iluminó la cara, se le pusieron los ojos como platos, dibujó una sonrisa pilla, como si me pensara «ésta la sé» y me dijo (lo juro):

–¡¡¡Papá, la del Atleti!!!

Nos reímos todos y le di unos cuantos achuchones y mimos extra porque, señoras y señores, mis hijas son orgullosas seguidoras del Atlético de Madrid.

Pocos días después estuvimos en Bilbao, visitando a unos amigos. Mis hijas quedaron alucinadas con los centenares de banderas del Athletic Club de Bilbao (rojiblancas) que había por los balcones.

–Papá –me decía María–, ¡¡¡la bandera del Atleti!!

Le expliqué que no era exactamente nuestro Atleti, sino el de un equipo hermano mayor, del cual nació nuestro equipo hace muchos, muchos años. Como mi hija parecía no comprender, al final le dije que sí, que era la de nuestro Atleti y se quedó tan feliz.

Es maravilloso como algo tan trivial cómo el fútbol puede hacer aflorar sentimientos, tornar a los hombres en niños y unir a las personas. Por eso me gusta. Os dejo un vídeo que descubrí gracias al periodista Antonio Sánchez de la Fuente, en su fantástico blog, La elástica. Sobre el fútbol y otros cuentos. El vídeo en cuestión es muy especial: cómo dan las gracias unos niños del Congo al Athletic Club de Bilbao por haberles enviado equipaciones deportivas.

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=cSszGbHgUBA?fs=1]

Por cierto, hace escasos días, el Atlético de Madrid ganaba la Supercopa de Europa. Estuve en Neptuno y en la Puerta del Sol viendo cómo el equipo ofrecía el título conquistado a la afición colchonera. En Facebook dije que que ver al equipo con la Copa ganada era fantástico; estar acompañado por tus hijas, colchoneras, lo era mucho más. Pero es que, además, mi mujer, madridista ella, nos quiso acompañar, quiso estar con nosotros. Y ese detalle fue maravilloso.

Este episodio me recuerda uno que me pasó con mi padre, hace muchos años y que cuento en este relato, Mi padre y Dirceu.

Os quiero. Sed felices.

Ah, Mi padre y Dirceu es un relato incluido en el volumen El ángel de Sao Paulo y otros relatos sobre fútbol.

Publicado en Sin categoría

2 comentarios

  1. Anonymous

    Qué bonita historia Juan Pedro. Aprovechando el enlace me he leído la historia de tu padre y Dirceu. Supongo que en tu cabeza ahondan muchos recuerdos de aquel día, un 25 de abril de 1982, último partido de liga ante el Osasuna de Pamplona.El partido acabó 2-1 con goles de Ruiz y Hugo Sánchez para los colchoneross (no tengo el dato de quien marcó el gol osasunista). Julio Alberto fue expulsado y Dirceu fue sustituido por Miranda Román.Al año siguiente volvía al banquillo rojiblanco Luis Aragonés.Como tu padre aunque se sea forofo de otros equipos, el fútbol es mucho más.Un abrazoSanti

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